
Foto: Gage Skidmore
Alexis Quintar – En una decisión que ha generado reacciones divididas en todo el país, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que establece el inglés como el idioma oficial de Estados Unidos, una medida anunciada por la Casa Blanca que no impone cambios inmediatos en los programas federales, pero representa un importante respaldo al movimiento que aboga por el uso exclusivo del inglés en la nación. Aunque la orden no obliga a modificar las políticas actuales, su impacto simbólico ha sido significativo, ya que más de 30 estados ya han adoptado el inglés como idioma oficial, pero hasta ahora el gobierno federal no había tomado una postura similar. En el documento firmado, se destaca que la medida busca: “Establecer el inglés como idioma oficial no solo agilizará la comunicación, sino que también reforzará los valores nacionales compartidos y creará una sociedad más cohesionada y eficiente. Al dar la bienvenida a nuevos estadounidenses, una política que fomente el aprendizaje y la adopción de nuestro idioma nacional hará de Estados Unidos un hogar compartido y empoderará a los nuevos ciudadanos para alcanzar el sueño americano”. Asimismo, esta particular orden añade: “Hablar inglés no sólo abre puertas económicamente, sino que ayuda a los recién llegados a involucrarse en sus comunidades, participar en tradiciones nacionales y retribuir a nuestra sociedad”.
Uno de los aspectos más polémicos de la orden es la eliminación de un mandato establecido durante la administración de Bill Clinton, que exigía a las agencias federales y a los beneficiarios de fondos públicos proporcionar asistencia en otros idiomas a personas con dominio limitado del inglés. Aunque la orden permite que las agencias mantengan políticas de acceso lingüístico, muchos defensores de los derechos de los inmigrantes temen que la decisión dificulte el acceso a servicios esenciales como salud, educación y asistencia social. Actualmente, cerca de 42 millones de personas en EE.UU. hablan español en sus hogares, mientras que otros tres millones utilizan el chino como lengua principal. La comunidad hispanohablante, en particular, podría verse afectada por una posible reducción en la disponibilidad de documentos y servicios en su idioma.
Reacciones y divisiones políticas
El anuncio ha sido recibido con entusiasmo por sectores conservadores y activistas que promueven políticas de inmigración más estrictas, como Charlie Kirk, influyente comentarista político, el cual indicó: “Un mensaje de unidad nacional. En una era de inmigración masiva, afirmar que el idioma inglés es el idioma estadounidense es un mensaje de unidad nacional”. Por otro lado, organizaciones pro inmigrantes y líderes demócratas han expresado su inquietud, argumentando que la orden excluye a comunidades que han sido parte fundamental del tejido social y económico de los Estados Unidos. El representante Hakeem Jeffries, líder de la minoría en la Cámara de Representantes, advirtió que la legalidad de la medida será evaluada y que podrían presentarse demandas en su contra. En este sentido, Jeffries manifestó: “Al igual que con docenas de otras órdenes ejecutivas y medidas que se han tomado, vamos a tener que examinar si lo que está haciendo realmente cumple con la ley y la Constitución de Estados Unidos. Y en la medida en que no lo sea, estoy seguro de que lo demandarán”.
Otra voz que se hizo sentir fue la de United We Dream, un grupo liderado por jóvenes, los cuales aseguraron que Estados Unidos nunca había designado un idioma oficial en su historia. Anabel Mendoza, directora de comunicaciones del grupo, en declaraciones publicadas en el sitio web The New York Times afirmó: “Vemos exactamente lo que Trump está tratando de hacer al seguir poniendo en la mira a los inmigrantes negros y morenos y a las comunidades que hablan diferentes idiomas, y no lo toleraremos”.
Las noticias sobre la orden planeada también generaron resistencia en Puerto Rico, territorio estadounidense donde el español es el idioma predominante, donde la orden ha sido vista como un ataque a la identidad cultural de la isla. “La orden del presidente que declara el inglés como el único idioma oficial de los Estados Unidos refleja una visión de la identidad estadounidense que entra en conflicto con nuestra identidad puertorriqueña. No habrá estadidad sin asimilación, y los puertorriqueños nunca renunciaremos a nuestra identidad”, expresó mediante un comunicado Pablo José Hernández Rivera, comisionado residente de Puerto Rico y miembro sin derecho a voto de la Cámara de Representantes.
Impacto en la integración y la política nacional
Los críticos de la orden señalan que podría generar barreras adicionales para quienes aún están aprendiendo inglés y complicar aún más su integración en la sociedad. En contraste, los defensores argumentan que la medida incentivará a los inmigrantes a aprender inglés más rápidamente, facilitando su adaptación y mejorando su acceso a oportunidades laborales. Más allá de su impacto práctico, la decisión de Trump tiene un fuerte componente político. Al reforzar una agenda nacionalista, la medida podría fortalecer su apoyo entre votantes conservadores que han promovido políticas más restrictivas en materia de inmigración. Sin embargo, también podría profundizar la polarización en un país cuya diversidad lingüística ha sido históricamente una de sus principales características. El debate sobre la identidad y la inclusión en Estados Unidos continúa, mientras algunos ven esta orden como un paso hacia la cohesión nacional, otros la consideran una estrategia para marginar a comunidades que han contribuido al crecimiento del país durante generaciones.