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Tratado de Guadalupe Hidalgo: Fin a la Guerra de intervención de Estados Unidos en México y una herida aún abierta

Hidalgo
Foto: North Wind Picture Archives

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Leah Carlson – Septiembre es un mes de fechas grabadas en el corazón de México. Luego de 11 años, con la entrada triunfal del Ejército Trigarante a Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821, termina la Guerra de Independencia que había empezado el día 16 de septiembre del año 1810, cuando el padre Miguel Hidalgo dió el llamado “Grito de Dolores”.

Pero también es el mes de una etapa dolorosa para el país. Casi tres décadas después de su Independencia de la corona española, del 13 de septiembre al 14 de septiembre de 1847, se libra la batalla de la Ciudad de México, el enfrentamiento definitivo de la intervención estadounidense en el país.

Este conflicto culminó con la derrota de México y meses después con la firma, el 2 de febrero de 1848, del “Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América” conocido como el Tratado de Guadalupe Hidalgo con el que el la nación azteca pierde más de la mitad de su territorio.

La firma del tratado se da en una situación de desventaja evidente tras once años de guerra, luchas por el poder, la paralización de la manufactura, el abandono del campo y la quiebra de la hacienda pública.

El saqueo de una mina de oro y la invitación a otros países a explotarla por parte de Estados Unidos durante enero de 1848 en el aún estado mexicano de California de la que se extrajeron 7200 millones de dólares en oro mexicano, es un grave precedente que caracteriza la relación entre ambos países para aquel entonces.

Hay quienes hoy en día consideran nulo el tratado pues después del conflicto bélico el gobierno estadounidense dio a los pioneros estadounidenses las tierras de mexicanos, incumpliendo lo establecido en el mismo. Además, la guerra fue provocada por el afán expansionista de Estados Unidos y su búsqueda de vías para acceder al Pacífico desde inicios del siglo XIX.

Emblemática oposición supuso la toma simbólica en 1972 de la Isla Santa Catalina, en el llamado Archipiélago del Norte, frente a las costas de California, por parte de una organización de jóvenes activistas mexicanos, los Boinas Cafés. Las islas no se mencionaron explícitamente en el tratado por lo que se consideran potenciales territorios en disputa.

El territorio cedido comprende lo que hoy son los estados de California, Arizona, Nuevo México, Texas, Nevada, Utah y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. Además, México debió renunciar a todo reclamo sobre Texas. El tratado estableció la frontera internacional en el río Bravo y como compensación Estados Unidos pagó 15 millones de dólares por daños al territorio mexicano.​

Entre los artículos del Tratado de Guadalupe Hidalgo se estipulaba la protección de los derechos civiles y de propiedad de alrededor de 100 mil mexicanos que permanecieron en el nuevo territorio estadounidense.

Sin embargo, cuando el Senado estadounidense ratificó el tratado, suprimió totalmente el Artículo 10 que garantizaba la protección de las concesiones y el respeto a la tenencia de tierras dadas a los mexicanos por los gobiernos de España y México. Muchas de las concesiones no fueron reconocidas por los Estados Unidos. Sólo en California se rechazaron cerca del 27 por ciento de ellas.

También, la instancia legislativa estadounidense modificó el Artículo 9 que garantizaba los derechos ciudadanos de los mexicanos, permitiendo al Congreso estadounidense, a discreción, admitirlos como ciudadanos de los Estados Unidos de América. El artículo previamente acordado estipulaba que los mexicanos conservarán por un año sus derechos civiles en los territorios vendidos, y establecía su igualdad con los otros habitantes de los Estados Unidos de América.

Sin duda la pérdida de más de la mitad de su territorio es un hito que ha marcado a México más que casi cualquier otro en su historia. Tal como diría el abogado y político Ramón Alcaraz, quien vivió en carne propia los horrores de la guerra, en sus “Apuntes para la historia de la guerra entre México y los Estados Unidos” citado en una artículo sobre el Tratado de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México:

“La guerra concluyó, dejando en nuestros corazones un sentimiento de tristeza por los males que nos había ocasionado, y en nuestro ánimo una lección viva de que, cuando se entroniza el desorden, el aspirantismo y la anarquía, se hacen difíciles el día de la prueba, la defensa y la salvación de los pueblos”.

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