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Alexis Quintar – En plena disputa hacia las elecciones presidenciales de Estados Unidos, una amenaza latente persiste sobre el proceso democrático norteamericano y es la interferencia extranjera. Los constantes intentos de manipulación en la información han creado un gran dilema entre los funcionarios, ya que no saben cómo hacer que los malos actores rindan cuentas, al mismo tiempo que se mantiene la confianza en el sistema electoral.
En este sentido, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha tomado acciones contundentes contra estos intentos de interferencia, por ello esta semana, anunció que incautó varios sitios web que estaban vinculados a una campaña de desinformación rusa. Además, autoridades federales acusaron por separado a dos empleados de la organización de medios RT (acrónimo de “Russia Today” o en español “Rusia hoy”), los cuales fueron acusados de difundir propaganda rusa, financiada con millones de dólares del Kremlin.
En los últimos meses, los intentos de desinformación y manipulación por parte de actores extranjeros se han intensificado, con Rusia, Irán y China al frente de estos esfuerzos. La temporada de interferencia electoral está en pleno apogeo, y la respuesta de Estados Unidos continúa adaptándose ante la magnitud de los desafíos.
Irán también ha sido señalado como un actor clave, ya que un reciente informe reveló que una red de sitios proiraníes han estado diseminando información falsa en torno a las elecciones. Esta revelación se produce después de que las agencias de inteligencia vincularan a Irán con un ciberataque dirigido a la campaña de Donald Trump.
Por su parte, China no se queda atrás, puesto que un análisis de la firma Graphika detectó un esquema de desinformación apodado “Spamouflage”, el cual busca moldear el discurso político estadounidense a través de cuentas falsas en redes sociales. Hay que reconocer que estas campañas no solo tratan de favorecer a un candidato en particular, sino también de sembrar desconfianza en el sistema electoral.
El debate sobre la transparencia y el impacto en la confianza pública
Sin duda, la transparencia es crucial para alertar al público sobre las amenazas, pero en algunos casos se teme darle demasiada atención a estas campañas extranjeras. Sobre este tema se refirió Emily Harding, la exsubdirectora del Comité Selecto de Inteligencia del Senado, quien señaló que este es uno de los dilemas más complicados de afrontar. “Ese es el núcleo del debate: si de hecho se está ayudando a los adversarios al destacar esta actividad”, dijo Harding.
La interferencia extranjera no solo ha sido un tema de seguridad nacional, sino también un recurso en las luchas políticas internas. Los partidos han utilizado las acusaciones de interferencia informativa como munición para desacreditar a sus oponentes. Tras el hackeo a la campaña de Donald Trump, el expresidente alegó que Irán estaba detrás del ataque porque él era “fuerte” en su política hacia el Medio Oriente. A su vez, los demócratas han utilizado los esfuerzos de Rusia como un ataque hacia los candidatos republicanos.
Algunos expertos en seguridad nacional advierten que hay un costo por dar publicidad a esas amenazas, incluso si las medidas adoptadas por el gobierno federal logran frenar con éxito la propaganda extranjera. La atención, dicen esos expertos, puede profundizar la desconfianza pública en el sistema político y amplificar involuntariamente las narrativas divisivas que están impulsando los estados extranjeros.
Las implicaciones para 2024
La interferencia extranjera en las elecciones de Estados Unidos no se trata solo de cambiar resultados electorales, sino de socavar la confianza del público en su propio sistema democrático. Los adversarios internacionales buscan aprovechar las divisiones internas y, al hacerlo, debilitan la legitimidad del proceso electoral. En este contexto, Gavin Wilde, exdirector del Consejo de Seguridad Nacional para asuntos de Rusia, el Báltico y el Cáucaso, advierte que la constante mención de “noticias falsas” y campañas de desinformación puede erosionar la confianza pública en las elecciones.
De este modo, Wilde sumó: “Eso ha sido problemático, porque nuestra reacción puede causar tanto estrés y una sensación de precariedad entre el público como cualquier cosa que sepamos que están haciendo los rusos o los chinos”. Muchos analistas aseguraron que la administración de Joe Biden trabaja constantemente para frenar este tipo de mensajes erróneos.
En este sentido, John E. Herbst, exembajador en Ucrania durante la administración de George W. Bush, sostuvo: “Es la vieja noción de que la transparencia es el mejor desinfectante y la mejor defensa, una muy buena defensa en cualquier caso”. Asimismo, el exembajador en Ucrania manifestó que la desinformación proveniente de Rusia es inevitable. “Lo hacen porque, lamentablemente, los temas de propaganda rusa han llegado a ser parte de nuestro discurso político, especialmente en la derecha”, indicó Herbst.
Para Estados Unidos, la clave radica en encontrar el equilibrio adecuado entre proteger la democracia y no permitir que las narrativas extranjeras influyan en el discurso político. La administración Biden ha buscado aplicar una estrategia de transparencia que, según algunos analistas, ha desconcertado a actores como Rusia, acostumbrados a operar en la sombra. Con las elecciones de 2024 en el horizonte, queda claro que la interferencia extranjera seguirá siendo una realidad.
La pregunta ahora es cómo Estados Unidos y su sociedad enfrentarán estas amenazas, sin permitir que su democracia se vea comprometida en el proceso. No cabe duda que la interferencia extranjera en las elecciones de Estados Unidos sigue siendo una amenaza significativa y en evolución. Mientras los actores extranjeros intentan explotar las divisiones internas y sembrar desconfianza, el gobierno estadounidense se enfrenta a la tarea de responder de manera eficaz, sin socavar la confianza en su propio sistema electoral.